Pues sí, habéis leído bien el título: “las joyas de la diadema” y no “las joyas de la corona”.  Me explico.

El día 8 de marzo (día de la mujer trabajadora) es el cumpleaños de una de mis tías.  Como siempre estoy a la que salta y no me gusta perderme ninguna ocasión de practicar, quería hacerle una tarta.  Esta vez tenía claro cómo quería que la tarta fuera por dentro porque pretendía hacer un experimento aprovechando las texturas y sabores de los “cake hearts” que hice hace poco, ya tenía los bizcochos horneados y congelados (uno de fresa y otro de nata) y una idea de cómo quería montar la “minitarta” pero ni la más remota ídem de cómo decorarla.  Pedí consejo a mi madre (conoce a mi tía mucho mejor que yo) y medio un par de ideas.  Una de ellas la deseché porque me parecía demasiado arriesgada y además no sabía cómo adaptarla a unos bizcochos tan pequeños como los que tenía pero la otra me empezó a dar vueltas en la cabeza.

Resulta que mi tía tiene un accesorio del que le es difícil prescindir: la diadema para el pelo.  El “cachondeo” familiar alrededor de este hecho es notable así que esta idea (mi madre es la culpable… 😉  ) de utilizarla de algún modo en la tarta me gustaba, podría resultar divertido.  Pero ¿cómo encajarla?  Eché un vistazo por las fotos que tenía guardadas de Cake Central y me encontré con una de un joyero precioso.  “¡Date!  Ya está:” – pensé – “un joyero con la diadema”.

Me pasó de todo y, como casi siempre, los problemas que tuve fueron los que condicionaron el resultado y el aspecto final del invento.  En fin, esto fue lo que al final llevé a la fiesta:

Al principio no tenía ni idea de cómo hacer el joyero, lo único que tenía era MMF rosa pero el color no me convencía así que lo trabajé hasta darle un tono moradito, que me gustaba más.  Monté la tarta con mis experimentos y al final, intentando cubrir todos los defectos me quedó esta decoración para el joyero:

Aquí podéis ver un detalle de la tapa:

El diseño no fue ni premeditado ni alevoso, simplemente resultó así.  Lo más divertido: hacer las joyas:

Aunque resultara un poco difícil montar los pendientes y sobre todo hacer los detalles pequeños como las tuerquecitas…

Pero bueno, fue la excusa perfecta para el verdadero “leif motiv” de todo: la famosísima diadema de mi tía.

La perfeccionista que hay en mí ve un millón de pegas, por supuesto, pero reconozco que, para haber sido casi por completo improvisada, la cosa no quedó tan mal.

A última hora me dijeron que había muchos más invitados a la fiesta de los que preveía en un principio así que preparé también unas bizcobolas de limón

y otras de chocolate.

Amén de un flan de café.  Postearé la receta de éste último dentro de poco.  De las bizcobolas no puedo porque las hice un poco “al tun-tun”.

Olvidé la cámara en casa así que las fotos del corte del joyero están hechas con el móvil y la calidad deja que desear, pero de todos modos aquí las dejo:

Si repito esta forma de montaje de bizcochos, creo que tendré que mejorar unas cuantas cosas.