Sí, tengo una cierta obsesión por los flotadores “de patito”. No es que yo necesite flotador, que ya llevo el michelín perpetuo y aprendí antes a bucear que a nadar (de pequeña me metía debajo del agua, salía a coger aire como las ballenas, y me metía otra vez para dentro y así hasta que me acorchaba). Es que me parecen cómicos. La culpa es de Forges, en su “Historia de Aquí”.
Desde que vi esta viñeta suya quedé traumatizada. Y es que así no hay forma de invadir nada en condiciones. Ni aunque seas un “sarraceno revenío”, ni un entrenado “navy seal”, ni un aguerrido legionario, ni ná de ná…
Total, que estaba yo el otro día aburrida y me di cuenta de que hacía la friolera de 2 años casi que no hacía nada con fondant y pensé en hacer algo veraniego para ver si aún era capaz y claro, lo primero que me vino a la mente (mi subconsciente es así, que le voy a hacer yo), fueron los flotadores de patito, que más veraniegos no pueden ser. Y pensé si sería posible “decorar” un donut.
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